En la selva del Perú se denomina ikaro al canto o melodía que utilizan los curanderos durante los trabajos rituales que realizan. Sin traducción literal en idioma castellano, quechua u otra lengua de la zona, su significado en el plano operativo es mucho más profundo a importante: el canto shamánico es el arma curativa, la sabiduría y el vehículo de la energía personal del curandero, el símbolo de su poder. La acción de "icarar" implica "cargar" con el poder del shamán un objeto o pócima, confiriéndole alguna propiedad específica para ser transmitida al receptor, ya sea limpieza, protección, curación, daño o para influir sobre su voluntad. Esto se hace cantando el ikaro directamente sobre el objeto o sustancia transmisor. El objeto será luego remitido al interesado y la sustancia ingerida en caso de líquidos (pócimas) o el humo soplado si se trata de tabaco icarado.
El ikaro es parte fundamental del quehacer curanderil de la Amazonía. Resume el conocimiento del shamán, constituyendo su patrimonio curativo, su arma de trabajo y la herencia que deja al aprendiz. Siendo vehículo de su energía, su eficiencia depende en gran medida de la preparación del curandero mediante dietas, ingestión de purgas, régimen de vida a integración de la sabiduría ancestral. Un maestro no transmite a su aprendiz “técnicas" ni instrucción formal sino que le acompaña y guía para que capte el conocimiento que le está predestinado. Como parte de esta enseñanza va cediendo "sus" ikaros.
Cada shamán es dueño de sus ikaros, como es dueño de su experiencia y sabiduría, por haberlos recibido a su vez de su maestro o directamente de la naturaleza. Es común que los curanderos manifiesten que las cosas que saben, incluidos los ikaros, han sido aprendidos en sueños, en visiones o que les han sido dados por las plantas. Cuentan que en estos estados de conciencia inducidos por brebajes de "plantas maestras" han captado la melodía, sin mediar voluntad ni raciocinio, sintiendo que se impone por sí misma y muchas veces en idioma desconocido. En el momento de la curación, generalmente, surge en igual forma.
Ni las palabras, ni la comprensión del texto del ikaro son imprescindibles, pero sí la melodía y que el curandero sienta, comparta su espíritu. Si se compenetra con el ikaro sabrá cuándo, cómo y con quién utilizarlo. Los ikaros que utilizan los shamanes poseen letra muy simple, aludiendo a determinadas plantas, animales y elementos del paisaje local poseedores de poder o simbolismo. En la actualidad se encuentra en muchos ikaros sincretismo cristiano y alusiones bíblicas. La mayor parte de ellos está escrita en castellano, quechua y otros dialectos según la procedencia de los maestros más antiguos, aunque algunos son sólo melodías monocordes y muy repetitivas.
En la selva del Perú se denomina ikaro al canto o melodía que utilizan los curanderos durante los trabajos rituales que realizan. Su significado en el plano operativo es mucho más profundo a importante: el canto shamánico es el arma curativa, la sabiduría y el vehículo de la energía personal del curandero, el símbolo de su poder.
¿Cómo actúan los ikaros? Podríamos decir que al igual que los Mantras en las tradiciones orientales, lo hacen sobre determinados centros energéticos, mediante vibración sonora, modulando así la función orgánica, y que hay un conocimiento subconsciente que guía al shamán a elegir el ikaro adecuado a cada circunstancia. Podríamos decir también que el ikaro es un pretexto para que el shamán transmita su energía. O que es el mensaje transmitido en el ikaro el que cura. No hay una respuesta precisa, puede ser una o todas las razones a la vez. Cualquier explicación enmarcaría dentro del racionalismo un fenómeno que transciende lo racional y por lo tanto sería válida sólo a nivel testimonial y sujeta a experimentación. Comprometida en un proceso de exploración personal que me ha llevado a experimentar in vivo algunas "técnicas" shamánicas, quiero dejar testimonio del valor del ikaro, percibido pese a mi formación como médico- cirujana.
Trabajar en esta región del Perú sin tomar en cuenta la riqueza de la Medicina Ancestral es imposible, pues cada caso, cada paciente, trae información válida. Es, sin embargo, necesario cambiar la visión que nos ha dado nuestra cultura y aprender a ver de otra forma la relación del hombre con la naturaleza, aceptando que aunque no tengamos una explicación racional hay una capacidad medicatriz en todas las personas, que en algunas se manifiesta espontáneamente y que puede ser desarrollada o "desbloqueada" trabajando sobre el cuerpo: el curandero utiliza fundamentalmente su cuerpo y su energía para curar.
Mi primer contacto con el ikaro fue ver cómo las "curiosas" o las abuelas soplaban con humo de tabaco o perfume "icarado" sobre los centros energéticos de los niños nerviosos o asustados y también a aquéllos que tenían cólico de gases, con resultado favorable inmediato. Posteriormente, supe (y experimenté) que también funciona con los adultos, quienes manifiestan una sensación de relajación y disminución de sintomatología vagal. He tenido también oportunidad de ver cómo las madres de dos lactantes con miasis (larva de mosca dentro de la glándula lacrimal y en piel de narina, respectivamente) susurraban una tonada monótona semejante al sonido del insecto adulto para hacer que la larva se asome al orificio de entrada. En ambos casos funcionó. En el pueblo de Chazuta conocido por sus shamanes, el curandero Reninger Guerra Flores es famoso por curar mordedura de serpientes venenosas: calma el intenso dolor con ikaros.
Durante rituales curativos donde se utiliza brebajes de plantas, los curanderos orientan la curación, modulan la energía individual y colectiva, y cuidan la unidad del grupo. Percibido bajo estado modificado de conciencia, el ikaro ayuda a metabolizar las visiones, remueve contenidos subjetivos en diferentes niveles, nos guía en el trabajo de autoexploración y al mismo tiempo es la ligazón con el plano real actual. Aunque no hay una secuencia precisa para estos ikaros, el shamán sabe o percibe cuál es el adecuado. La fuerza del curandero se ve en la eficacia de sus ikaros, que son captados a nivel físico por cada miembro del grupo.
Fue durante una sesión de Ayahuasca (ritual curativo en que se ingiere una pócima psicoactiva a base de Psychotria viridis, Banisteriopsis caapi y Brugmansia sp.) en que, bajo los efectos del brebaje, empecé a comprender el significado interno del ikaro. Debo manifestar que pese a tener efecto psicoactivo con sensación de ampliación de percepciones y visiones, no se pierde contacto con la realidad y la función mnésica.
El relato de las visiones tiene importancia en cuanto a la secuencia y explicación de cada ikaro que he ido recibiendo. El contenido y los términos expresan mi bagaje personal y cultural porque se manifiestan y actúan a través de mí, removiendo energías y bloqueos personales y formando parte de un proceso evolutivo que me ha involucrado totalmente. No ha sido un proceso lineal, ha tomado tiempo y he debido atravesar ciclos temáticos correspondientes al estímulo de cada centro energético. No ha habido influencia sólo de Ayahuasca, sino también de otras plantas depurativas, dietas, ayunos, baños de plantas, purgas y exacerbación de sueños.
La primera visión (que se repitió varias veces hasta que me di cuenta que era un ikaro) fue ver una pequeña mujer planta verde que, saliendo de la botella que contenía la pócima, me guiaba en el camino del autodescubrimiento cantando y bailando. La melodía que cantaba era la forma de invocar la presencia de la "madre" de la planta: "Madre Ayahuasca". Esta "madre" de las plantas, como lo refieren los curanderos, es equivalente al alma o espíritu del ser humano.
He demorado mucho en atreverme a cantar estos ikaros: no los reconocía como míos y tampoco sentía que los pudiera usar. He experimentado una fuerte lucha entre la negación de mi racionalidad y la aceptación de mi yo profundo. A mayor rechazo, mayor imposición de los ikaros mediante repetición de sueños, malestar físico y tensión. Hasta que al final, he aceptado estos ikaros que las plantas y la vida me regalan.
Luego de varias sesiones con sensación de visualización y activación de centros energéticos, manifestada a nivel físico como hormigueo o calor en diferentes puntos, se repetía una y otra vez la visión de figuras geométricas de diferente color en cada punto y que a su vez correspondía a una forma natural, a un simbolismo y a un sonido vocal. Pero las vocales no eran cinco como en nuestro alfabeto sino siete con la inclusión de las letras "S" y "M". Entendí que a cada centro correspondía un ikaro-llave que me sería dado. Durante dos años he recibido seis ikaros, en espacios de tiempo diferentes, sin premeditar el contenido ni el orden, siempre en forma imprevista, involuntaria, a través de visiones, de sueños y de semi-sueño favorecidos por las dietas y el trabajo ritual con plantas-maestras.
El segundo ikaro corresponde al chakra (centro energético en la tradición hindú) de la base, en relación con la sexualidad. Es la letra "S" y es una pequeña serpiente roja, de fuego, que inicia su ascenso (¿despertar de la Kundalini?) reptando lentamente hacia el abdomen y región sacra, en forma tridimensional como si el cuerpo fuera transparente. Tiene que ver con la energía vital y el poder curativo del cuerpo, la fuerza ascendente de la tierra que va hacia arriba, hacia el sol. Mientras escucho el ikaro de la "S" cantado por la pequeña mujer-planta con voz sibilina, suave, arrastrando las SSS como enfatizando el reptar de la serpiente, veo a los otros asistentes a la sesión de ayahuasca con un fulgor rojizo en la base y aunque la voz sale de mi interior no la reconozco como mía.
En orden ascendente, el segundo chakra, infra-umbilical, corresponde a la letra "M" a la que visualizo sólida, muy apoyada en la tierra, concreta, material. Siento que el sonido debe salir del vientre, cuna del instinto, del miedo, de la vida y de la muerte. El sonido de estas dos letras o chakras activarían los dos primeros centros en relación con los impulsos más primarios. Hacia arriba, la columna luminosa que era anaranjada en el segundo chakra se vuelve verdosa y es un árbol que se abre con generosidad en el tórax. Soy consciente entonces de mi respiración con una agradable plenitud. Es la letra "A", apertura bucal que nos proyecta y nos permite tomar aire, ampliarnos, distender el árbol respiratorio, abrir la conciencia, los recuerdos y el alma.
La energía circulante entre estos dos puntos (infra y supra umbilical) forma un arco luminoso que girando en un plano horizontal forma un sol-girasol amarillo que corresponde al plexo solar. Se activa entonces este centro con sus mecanismos de protección y capacidad de acceder a un conocimiento profundo de uno mismo, con la tristeza y la alegría, con la emoción, la curación y la comunicación sin palabras de contenidos profundos, tan profundos como el sonido de la letra "U".
Superando este punto, llegamos entonces a la letra "O", línea sin principio ni fin, representación del ciclo eterno, fundamental, el Ouroboros, punto del corazón. Es allí donde reside el máximo poder curativo que es el Amor, representado como un sol de color violeta, y donde mora la intuición. Es la letra "O" un círculo portador de todo el simbolismo relativo a esta figura.
La letra "E" corresponde al chakra frontal. Nos daría la oportunidad de "Escuchar", no sólo de captar con claridad el sonido sino de "Entender" el mensaje que nuestro cuerpo o la naturaleza nos da y de aprovecharlo en su máxima amplitud.
Finalmente llegamos al chakra superior relacionado con la letra "I" de Infinito, de Inmensidad, de Interior, de Iluminación... El ikaro correspondiente nos ayudaría a estar en condiciones de "ver" el interior de las formas, con más intensidad y luz y sobre todo a discernir, a ver la importancia a integrar la imagen al todo, con una visión universal. Ver en otra dimensión, con otros ojos, con más trascendencia y vivir plenamente cada instante.
Aún no termino de recibir todos los ikaros, no sé si recibiré la serie completa ni cuándo ni qué habrá luego. Tampoco sé qué mecanismos subconscientes puedan haber favorecido esto ni si es cierto que funciona. Me cuesta salir del esquema racional y debo admitir que hay una serie de incógnitas interesantes que no tienen explicación. Existe un conocimiento de la vida escondido muy profundamente dentro de cada uno de nosotros, alejado de nuestra conciencia por el exceso de estímulos externos y el mal use de nuestro cuerpo. Si nos ponemos en condiciones propicias, este conocimiento puede surgir en forma inesperada, alumbrando un camino que hasta entonces no veíamos.
Echada en el suelo, con el cuerpo entero en contacto con la madre tierra, enrollada sobre mí misma, sintiendo mi piel contra mi piel... reptar sintiendo la hierba, la humedad, las texturas presionando cada pedacito de mi superficie, escuchando el susurro lejano de las entrañas de la tierra desde hace siglos, voz de los deseos de la piel, larga, extensa, fría, protectora y sensitiva, estimulando y despertando sensaciones embrionarias, recordando recordares-serpientes de otras épocas y lugares.
Ni rechazo ni abominación, no era entonces la maldita perseguida a quien se achacan todos los males... desdoblada en mí y en Mí, era reconocida y respetada... en coronas y tronos, en brazos y pies de dioses y mortales, en poemas y canciones... enroscada en el báculo de Mercurio, donde el sol alado me coronaba, conocimiento solar que reconoce la luna que me alumbra y refleja la capacidad curativa de mi poder; en la cabeza de las diosas, sosteniendo la luna y dándoles fuerza oscura... despertando en oriente, roja de fuego, silbando a irritada sintiendo ser conductora de la roja agua de la vida, ascendiendo al sol de la conciencia... arrastrándome silenciosa y lenta, ascendiendo sinuosa y femenina, secreta, para dormir en el centro de la flor eterna... buscando la imagen especular, desdoblada de sí, que posibilite la unión complementaria que pueda transformarme en infinito.
Sentada en mí, estable, siento que puedo conectar tierra y cielo, mi fuerza es de abajo, me sustenta la tierra, pero puedo ir hacia arriba y mirar desde allí, a través del cristalino ojo azul sin tiempo, donde están contenidas todas las serpientes de los tiempos y todas, serpientes visibles e invisibles, terrestres, marinas y aladas-dragones, todas, comunicándose con el hombre y al hombre consigo, instándolo a acceder a lo sagrado y a lo más profundo, a lo trascendente a impersonal.
De pronto, en medio de la noche, caídas las defensas racionales, el espejo me mostró mi aspecto de serpiente: ni buena ni mala, agresiva y dulce, presente y material-visión... mi aspecto de serpiente. Y me fuerza a mirarla, a entenderla, a sentirla despojada de polarización moralista, no hay mal ni bien, sólo naturaleza con doble valorización, con dualidad indiferenciada de fuerzas, sin responsabilidad pero no irresponsable, sólo existiendo... a veces blanca, a veces negra... con ojos sorprendentemente inocentes en semejante figura, con hálito vital y destino involuntario... Súbitamente entiendo el porqué del temor que la serpiente suscita, por qué la repulsión, el miedo, la necesidad de cargarla de negatividad y de situarla lejos, muy lejos... muy diferenciada de nosotros.
Siento que le temo porque sabe cosas que están profundamente enterradas en mí, porque las sensaciones de su piel son las mías sin inhibiciones, porque su materialidad es tal que mi espíritu protesta temiendo le impida llegar alto en su vuelo... Y es más temible la primera, la serpiente marina que surge bruscamente de las aguas del inconsciente, agua clara en su superficie si no la muevo, pero oscura si ella la revuelve para salir, el Leviathan mítico, que puede transformar en caos la aparente calma de mi racionalidad; temo que me jale a sus profundidades, temo sumergirme y descubrir todo lo que mi censura escondió de mí; serpiente primera, dormida hace siglos en las primeras aguas de mi cuerpo material, asociada a los instintos, a los miedos primordiales, mi primer demonio de agua... por no verte no dejas de existir... te temo cada vez que el viento interno sopla trayéndome tu voz...
Introdúceme en tu cuerpo
desde allí yo te hablaré.
Introdúceme en tu mente,
desde allí te alumbraré.
Introdúceme en tu corazón,
desde allí te daré calor.
Oirás mi voz de serpiente
deslizarse en tu oído.
Verás mi luz sin verla
a través de Los sentidos...
y mi calor te seguirá
más allá del frío frío
Y seré parte de ti,
tierra lanzada al infinito...
Mi voz te susurrará
cosas que crees no saber.
Dentro de ti vas a encontrar
la respuesta a tu ser
Ocho (8), doble círculo fecundo
dos serpientes enroscadas,
que te hablan sin decir...
que te dicen sin hablar...
NADA
Soy la energía en ti dormida,
despiértame ya.
Quiero ascender, reptar de una vez,
Cruzar el cero (O) ya,
cerrar el círculo aquel,
donde la flor duerme en la cruz...
Cuando el azul llegue a tu cara
y la luna a tu cabeza,
a su encuentro yo iré,
serpiente roja, desde la base,
a fundirme con el sol...
Y mi voz te guiará a través del agua
con el color del amor...1
Serpiente que debe esconderse para no ser atacada so pretexto de ser peligrosa (el mito de la autodefensa...). Aquélla que mata el Yo como lo conozco, no con el veneno de sus colmillos, sino con el poder de su símbolo, que nos recuerda que por mucho que nuestra racionalidad y nuestra técnica avancen, hay una fuerza natural que no podemos dominar ni predecir, que nos recuerda que la fuerza de la vida y de la muerte es sucesión ininterrumpida, simbolizada por el Ouroboros, la serpiente que muerde su cola, macho y hembra, activa y pasiva, muriendo y renaciendo con todo su contenido esotérico, encerrando todo y todos los tiempos y avanzando una y otra vez sobre sí misma, hacia adelante, sin comienzo ni fin, con el punto O, cero inexistente, en la boca... y aquella culebrita que duerme hasta que la vida la despierta en el chakra de la base, lineal representación de la vida y del poder curativo de la energía del hombre, tan simple en su línea que es la fuerza de la naturaleza; a ti también te temo, porque me sacas de la abstracción recordándome que tengo un cuerpo limitado en el tiempo por mi individualidad mientras que tú, indiferenciada línea persistes en todas las serpientes que no conozco aún. Porque te he sentido luchando por subir, he sentido tu fuerza, desbloqueando mi cuerpo en cada paso, sin que yo lo haya decidido, sin que sepa yo cómo hacerlo. Porque reconozco en ti el gusto mío de abrir la boca y aprisionar la vida, el tiempo, el conocimiento... y porque esa misma boca puede traer el término de todos los esfuerzos. Porque yo también quisiera, como tú, estar pegada a la tierra, sentir que mi calor es el que ella me da y emerger de sus entrañas cualquier noche por un baño de luna... Mirar cambiar en el mundo los valores, desde el interior de mi inmóvil y ofidiano ojo azul, con los ojos físicos cerrados y "viendo" como sólo los animales despojados de la rígida-racional-envoltura cerebral pueden ver: hacia adelante y hacia atrás, más allá del tiempo y de la distancia, prolongando también el oído y descubriendo la voz de la serpiente madre, como la oyó Eva, hablando desde adentro de uno mismo, sin palabras, directamente a las células... desafiando hasta a los dioses...
He debido encontrar mi ser-serpiente y despertarla para que ella me despierte a mí. Descubrirla en mi cuerpo y en mi mente y sentir mi cuerpo y mi mente; aprender a oír la voz de la serpiente que quiere contarme cosas simples de cuando el pie del hombre pisaba la tierra, miraba hacia el cielo, acostumbraba hablar con sus dioses, consigo mismo y con los otros seres y sabía escuchar... aceptar la serpiente escondida en mí con todo, con lo bueno y lo malo, ser unidad en ella y con mis fases clara y oscura... para empezar a ser.
Recién entonces la serpiente habló... habló cantando y enseñando. Me regaló el Ikaro de la serpiente y lo acepté, como acepté mi ser-serpiente. Y fui una cobra gigante, erguida sobre un cúmulo de serpientes pequeñas anudadas, viviendo todas en mí; bailaba estirándome y encogiéndome delante de mis ojos, fijos en el suyo, frontal, azul y negro, profundo pozo de donde emergen lenguas bífidas también azules que se introducen en nuestras frentes haciéndonos escuchar su voz desde adentro: es la mariri2 -lengua de la serpiente roja que a veces duerme y otras despierta, que todo lo puede, que todo lo cura si es sana la mano que la guía...
Me pidió invocarla con el canto y supe que debía hacerlo... Mientras la serpiente canta desde algún lugar dentro de mí, me siento enferma, en otra vida, en una cama medieval. Invoco la ayuda de la Virgen, apareciendo entonces una mujer hermosa y robusta, vestida de negro y con un gran escote que deja ver el seno... se acerca a mí cogiéndome del brazo derecho con fuerza, ocasionándome dolor y miedo... al soltarme veo que ha dejado en mi brazo un aro de brillo metálico, que es una serpiente con dos cabezas; está incrustado en mi piel de modo que no puedo retirarlo sin hacerme daño, como si estuviera grabado en ella. Es difícil aceptara la serpiente, es más difícil vivir con ella pero imposible desprenderse de su poder.. Hay que elegir cuál de las dos cabezas mira el camino, o cuál camino seguir, el de la luz o el de la oscuridad. Yo soy la Virgen Negra -soy la madre y la hija de la serpiente, soy la sabiduría. Soy la virgen negra, no virgen en el sentido que piensas: soy madre. La madre naturaleza y la madre sabiduría en la naturaleza, la que alimenta con su seno a la serpiente y que nutre al espíritu. La virgen negra, serpiente elevada sobre las serpientes, con albedrío por mis pies, pero serpiente... la virgen madre, π, complemento femenino indispensable para materializar el Verbo, para la síntesis de α y Ω, necesaria para conjugar el principio y el fin del conocimiento, tierra y espíritu, hasta la máxima lejanía y más allá, hasta donde la mente no puede llegar; elemento Tu indispensable para que la línea pierda su racional cuadratura y se convierta en círculo, conjugación de los cuatro elementos, tierra-materia, aire-espíritu, fuego- energía, agua-conciencia, como la serpiente en Ouroboros, inicio-fin-sin fin que es la vida, Dios... Y son las alas del espíritu, del espíritu nuevo, redescubierto, las que permitirán despertar a la flor-serpiente-dragón-águila- unicornio-luz-Nada...
Sobre la cobra erguida se superponen, tan velozmente que la mente no puede controlar, las diosas antiguas en sorprendente metamorfosis, serpiente-sabiduría dormida en las profundidades de la memoria universal, arquetipo fundamental que trasciende las diversidades culturales en la noche; poder matriarcal de la tierra-madre reprimido por el culto de un espíritu inmaterial-materiófobo o de un materialismo vacío. Larga sucesión de diosas naturales, evolucionando con el hombre; la serpiente, la Luna, Tanith, Isis, Ishtar, Astarté, Minerva, Cibeles, Demeter, la Virgen María para el cristianismo, todas diosas con relación a la fecundidad (inclusive la virgen María cuya misión fue "encarnar a Cristo"), diosas mediadoras entre la voz de la serpiente-materia y el espíritu solar, y que portan atributos de la serpiente, sin embargo tampoco debemos olvidar que la serpiente es esencia, arquetipo dual, oposición de contrarios en uno, y que también hay en ella un aspecto sexual masculino-femenino asociándose a la imagen de Python, Apophis, Tifón, Satán, el Dragón chino o medieval, cargados de agresividad pero al mismo tiempo alados, con capacidad de elevarse, y la serpiente emplumada de Mayas a Incas.
Siendo así, ¿por qué la Virgen cristiana pisa la cabeza de la serpiente, mientras que las diosas antiguas la colocaban en lugar preferente (la corona de Isis, los brazos de Ishtar, el seno de Atena) ? ¿Es que la religión del espíritu debe aplastar la materia, lo telúrico? Si la Virgen es intermediaria entre el cielo y el hombre, ¿no será que utiliza la serpiente como soporte, accediendo a un conocimiento antiguo, elevado y trascendente a través del contacto con la cabeza de la serpiente?... No es la lucha de Dios contra el demonio, del Bien contra el Mal, es la lucha del hombre contra sí mismo, del hombre-espíritu contra el hombre-materia, contra sus tendencias más instintivas por no poder aceptar su esencia material. La serpiente no es mala, hay un error en el mal use de su poder, de su fuerza, el intentar ser espíritu puro sin limpiar las cargas físicas, olvidarse del cuerpo-serpiente y querer obtener su conocimiento obviando el rito, la esencia sagrada, el respeto que un saber tan fundamental y antiguo merece... recién entonces el verdadero espíritu brillará y la serpiente tendrá alas para ascender al sol, serpiente-dragón de la época de la alquimia y de oriente, relegado a las tinieblas desde la Epoca de las Luces, en que se sustituyó la luz verdadera por falsos y fríos soles.
Soy ahora una de varias pequeñas serpientes. Caliento mi cuerpo en el calor del sol, disfrutando el calor y olor de la tierra, hasta que una sombra eclipsa el sol; mis hermanas huyen aterrorizadas, escondiéndose debajo de las piedras... yo también temo al ave que se acerca, pero es mayor la curiosidad por verla de cerca. Sé que me ha visto y paralizada de temor-ansiedad la espero, cerrando los ojos.
La sensación de mi cuerpo suspendido en el aire, con el viento rodeándome, el volar compensa todo el temor y riesgo... veo la tierra desde donde ninguna serpiente la vio... pero... ¡ pero yo ya no soy una serpiente!... en pleno vuelo veo que soy un embrión de dragón dentro de un opalescente huevo que reverbera con la luz del sol, cada vez más cercano... siento lejos mi recuerdo terrestre y la plenitud de la libertad me llena, no hay más que luz, paz y belleza en el solar campo de girasoles que veo debajo, nada que desear ahora... salvo, por supuesto, no caer... reasumo mi cuerpo nuevamente, y la suave canción del viento es interrumpida por un creciente ruido: los girasoles se revuelven arrancados de raíz por turbulentas aguas de donde emerge la cabeza de una fálica serpiente de piedra, que causándome gran temor me lleva a asumir la posición fetal. Siento la gran fuerza de esta serpiente pétrea, fuerte, sin tiempo, que despierta de su sueño en las profundidades de la tierra, de mi subconciente y remueve temores, eliminando pequeños soles y quedando erecta, ante el sol-espíritu como manifestación de que aunque esté sumergida puede emerger en cualquier momento, y que tiene un lugar ahora, no en oposición al sol, sino con él. Florece en su superficie un cactus y el paisaje vuelve a la calma. Yo pequeño dragón ya sé volar y puedo seguir el vuelo del águila.
Es tiempo ya de retomar la voz de la serpiente, de ser serpiente alada, de volver a nuestra esencia humana y de aceptar la dualidad de la serpiente, de enfrentar nuestro aspecto de serpiente y utilizarlo para curarnos y luego para curar. En todo este proceso, en que se polariza la lucha instinto versus razón, la serpiente está en ambos bandos, hay que saberla ver y aprender a colocar el punto de encuentro en la casa del espíritu, en el corazón. No olvidemos que la Medusa era cabeza coronada con serpientes y se petrificó al verse en un espejo, la razón no puede aceptar lo instintual, lo irracional como parte suya si prescinde de la unificación en el verdadero espíritu, aquél que comprende la unicidad-tridimensionalidad del Todo, que va más allá del pensamiento aristotélico y que reestructura al ser en lugar de volverlo contra sí mismo, dándole trascendencia y espacio en el cosmos.
Hace casi 5 años desde la noche en que durante una Sesión de Ayahuasca, tuve el primer contacto con la serpiente dormida en mí. Durante este tiempo, mediante sueños, visiones (durante sesiones de Ayahuasca, musicoterapia, thetas con otras plantas maestras), y percepción física durante el estado de vigilia, he ido profundizando y comprendiendo el simbolismo de la Serpiente. Desagradable a veces, sorprendente otras, y siempre apasionante es el camino del autodescubrimiento, camino que nunca se termina de andar.
Siento que es una evolución en que se toma contacto con contenidos muy profundos dentro del subconciente y que no es solamente interesante, pintoresco ó esotérico sino que es una forma de acceder a un conocimiento real, coherente y curativo desde el momento en que reconocemos conscientemente como propios todos los aspectos de nuestro ser profundo. Es precisamente el descubrimiento de nuestras fases oscuras, las que la censura racional nos oculta, el que nos da la posibilidad de aceptarnos en nuestra dimensión real y trabajar sobre nosotros mismos para depurar o potenciar nuestro cuerpo energético y poderlo utilizar adecuadamente.
Desde lejos veo el muro de ladrillo de la Maloka (casa ovalada de una pieza con techo de palma, típica de la Amazonía), donde se desarrolla la sesión de Ayahuasca de esta noche. La fuerza telúrica de la Selva hace temblar la shacapa3 y a los participantes, percibiéndose la energía en el ambiente... y ya no estoy fuera (lel círculo, sino adentro, participando con los demás miembros de Takiwasi en la sesión colectiva. Mientras resuenan los ikaros y la shacapa nos envuelve en su sonido, semejante al aletear (le pájaros selváticos, la maloka se convierte en serpiente roja que nos encierra en un espacio protegido. Con movimientos lentos, reptando, una de sus dos cabezas, la caudal, hunde su lengua bífida en la tierra absorbiendo una luminosidad que recorre su cuerpo. Somos uno con la serpiente en la sensación de movimiento y, con su cabeza delantera, nos elevamos a (in plano superior que, cual anillo azul brillante ha formado su lengua-mariri: Es la energía de la tierra que al pasar por su cuerpo se transforma en sabiduría y nos eleva, confundiendo con la suya, las lenguas azules que se proyectan en nuestras frentes. Perdemos la sensación (lel YO individual, para ser uno trascendente y, al mismo tiempo, tomamos contacto con nuestro aspecto animal, con el espíritu animal más afín a cada uno; veo así que uno tiene la altura y visión (lel águila, pero también su agresividad; el segundo, la fuerza y pereza (lel oso; otro, la simpatía y curiosidad (lel mono; el cuarto el vuelo, podery espíritu (lel dragón y yo el aspecto dual (le la serpiente... Cuando la mareación colectiva alcanza el clímax, vibra la botella que contiene la pócima, y una pequeña mujer-verde, la Madre-Ayahuasca, sube con movimientos acrobáticos y elegantes por un amarillo rayo de luz que se proyecta hacia la luna, invitándonos a subir con ella. Baila con la luna en sus diferentes fases, mostrando al mismo tiempo movimientos de Tantra Yoga. Sus movimientos van dibujando una blanca y luminosa flor (le muchos pétalos que se eleva aún más y en cuya cavidad se alberga, en posición de flor de loto, luego de que el rayo de luz penetrara por una apertura en forma de vulva.
Bajo el resplandor de la luna llena, una elevada montaña, pétrea y cubierta de hïelo, time su base sumergida en agua y está rodeada por el cuerpo de una gran serpiente negra, de aspecto amenazador. Mientras declina la luna y amanece, la serpiente vomita varias serpientes más pequeñas que se esconden en las grietas de la montaña. Finalmente, como si se vomitara a sí misma, abre las fauces y deja salir su piel, por su cara interna, limpia, clam, brillante... E1 sol se encuentra ya en la circa y confiere un fulgor rojizo a todo. La Tuna que está en las entrañas de la montaña brilla a través de ella que, translúcida, permite ver en su interior las figuras de diosas de varias épocas, superponiéndose. La Virgen María se encuentra en la cumbre. La gran serpiente dormida bajo las aguas del subconciente encierra la base de nuestro mundo visible, que puede parecernos frío y duro. Es necesario que la serpiente deje escapar todos sus aspectos, mostrándose a nosotros como es: dual, diosa lunar oculta en las profundidades; atributo de diosas lunares de todos los tiempos y poseedora de aspectos que son positivos aún bajo la luz del espíritu. Evolución cíclica del tiempo y del conocimiento, el pasaje del reinado de la Luna y de la serpiente, del conocimiento instintual y esotérico, de influencia de las fuerzas naturales con sus dioses telúricos que ante la emergencia del nuevo Dios-espiritu-razón, es desplazado a las profundidades del subconciente colectivo, donde espera resurgir en un nuevo ciclo... Si en la oscuridad de la noche es el instinto que nos guía y no los ojos, asi también, deslumbrados por el brillo solar perdemos la capacidad de "ver" y de "vernos" dejándonos orientar no por las sensaciones de todo nuestro cuerpo, sino por nuestros sentidos-conciencia, que nos permiten ver sólo lo que racionalmente "debemos" ver...
Artículo publicado en la Revista Takiwasi, Nº 2, Takiwasi, Perú, Año I, Octubre 1993 pp. 7-27.
1 Ikaro recibido en rituales de Ayahuasca
2 Flema que se dice es la materialización de la sabiduría del shamán. Su aprendiz debe deglutirla cuando el shaman le indique para "heredar" sus conocimientos.
3 Abanico que se hace con hojas de la palmera "shacapa". Se utiliza en sesiones curativas.
Figura 1 Primera visión sobre Chakras: Sesión de Ayahuasca, Puerto Maldonado, 1990. Localización y características de cada centro energético en mi cuerpo.
Figura 2 Visión sobre circulación de la energía personal y su relación con las diferentes enfermedades, visualizadas como bloqueos a obstrucciones en el paso de la energía. El fluido es de diferente color, acorde con cada chakra
Figura 3 Visión sobre la capacidad medicatriz del cuerpo, visualizada como la interacción y complementariedad de una persona con respecto a otra y la utilización del fluido energético para "desbloquear" o liberar de enfermedad. Visualización del Báculo de Mercurio, en el que las dos serpientes tienen tres puntos de unión: el primer chakra (caudal), el tercero (plexo solar) y el quinto para la salud física. Estos puntos alineados permiten la ascensión de la energía fundamental que va a alimentar y permitir el florecimiento lunar de la flor del conocimiento, aquélla que nunca se marchita. A1 mismo tiempo, se ha formado el símbolo del infinito uniendo tierra y cielo. (Dibujos: Rosa Giove).