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En defensa de Papá Noel

En estas celebraciones de fin de año os contaré un secreto íntimo: ¡sigo creyendo en Papá Noel!

Temo volver a escuchar en los sermones de Adviento los severos y moralistas mandatos que nos ordenan abandonar estas superficialidades, esta idolatría y las condenas que llueven sobre el inofensivo y benévolo anciano. Porque aquí hay una imagen popular que toma forma, un mito (pagano, ¡oh Dios mío!), que además habría sido promovido al parecer por Coca-Cola1, que se convierte en realidad por una noche. Popular, mítico, irracional: horror absoluto tanto para los jansenistas de la religión como para los seguidores puritanos y racionalistas de la cultura woke de reciente difusión2 y cuyo lema es ¡deconstruir, deconstruir!

Pero el mito construye, permite la elaboración progresiva de figuras internas, da forma y consistencia a estos arquetipos del psiquismo humano, abre a la trascendencia, y ofrece un primer paso para poner en palabras el Misterio.

El anciano no solo es inofensivo sino además de gran benevolencia y generosidad. Solo tienes que escribirle una pequeña confesión de las tonterías del año, prometiéndole sinceramente no volver a hacerlo y ahí está, abriendo su capota como un cuerno de la abundancia. ¿Alguna vez alguien ha sido castigado por Papa Noel? Él perdona siempre, comprende nuestra debilidad y nuestra miseria humana. No hace falta que le mientas, nos conoce personalmente. Es normal, es ese Todo-Otro que vive allá muy lejos, en cielos altísimos de donde desciende majestuosamente envuelto en nieves inmaculadas, guirnaldas centelleantes, seres fantásticos que vuelan en una libertad extraordinaria y envueltos en música angelical. Solo viene una vez al año, pero trabaja todo el año para preparar nuestros regalos, solo piensa en nosotros todo el tiempo. Y ya sabemos que el año que viene volverá, aunque hayamos sido más que "flexibles" con nuestras promesas y nuestras buenas intenciones. Siempre estará allí, igual de compasivo y lleno de bondad.

Una vez al año, lo maravilloso vuelve a ser posible, las familias distanciadas se encuentran por una tregua, nos besamos a pesar de los alejamientos del año, todos piensan que todo será mejor, que el mundo no es tan malo, que vale la pena soñar. Mantiene la esperanza.

Los niños preparan sus dibujos y cachivaches para sus padres, ¿qué más pueden dar si le ponen todo el corazón, convencidos de haber realizado la obra más bonita que exista? Y los padres reciben, con admiración, su corazón entregado sin reservas en un garabato. Papá Noel devuelve la pureza de los pensamientos del corazón, restablece la inocencia del niño, del de pantalón corto como del que vive en el fondo de cada uno de los que llevan pantalón largo. ¿No es esto un milagro en estos tiempos de masacre de inocentes?

Además, si se dirige a esta alma jovial y espontánea del niño ofreciéndole primero juguetes, es porque él mismo sabe muy bien que el hombre está hecho primero para jugar, para participar gozosamente en el Gran Juego de la Vida. Papá Noel contribuye a este reencantamiento del mundo que necesitamos refrescar ritualmente para mantenernos vivos. Reencantamiento más que nunca necesario en un momento en que se está tratando de confiscarnos las pequeñas ternuras y sonrisas de la existencia.

Las almas amargadas y los espíritus afligidos de los jansenistas y los wokistas sufren de paternalofobia, sí, sí, existe, está en el diccionario. Tienen fobia a Papá Noel. Pero, como sugiere su etiqueta patológica, esencialmente sufren de un rechazo hacia el Padre. Y lo que es más, de un Buen Padre. Intentaron fingir tratando de sustituirlo por la Mamá Noel, pero los niños no se equivocaron, rápidamente desenmascararon el plan. No se hace a las almas simples, es decir, a las almas sabias. Desilusionados, empujaron un poco más allá con la promoción de una especie de quimera de Papá Noel y de la bruja de Blancanieves, con drag queens animando fiestas infantiles: eso solo seduce a los padres ya wokizados, los peques más bien se quedan estupefacto por la fealdad del personaje o gritan de miedo3. También se han hecho varios intentos de desvirtuar a Papá Noel mediante películas o libros para presentar a un Papá Noel sádico, perverso o inquietante: no hacía sonreír a los inocentes4. Hasta Walt Disney se sumó a la deconstrucción: ¡sus acciones en bolsa cayeron! Decididamente, Papa Noel es realmente políticamente incorrecto, es un tenaz resistente5. La lucha revolucionaria de los ayatolás censores y elitistas se ha achicado y reducido a una cruel y patética dictadura, a la miserable prohibición de belenes y árboles de navidad.

Este rechazo feroz y a menudo histérico al Padre ha sido denunciado claramente por varios estudiosos y autores6 y Papá Noel todavía resiste a las operaciones psicológicas, al lavado de cerebro, a la manipulación mental. ¿Por cuánto tiempo más? Es hora de defender a Papa Noel.

Porque en este solsticio de invierno, la Navidad anuncia un nuevo día, un nuevo nacimiento (natalis en latín) o un nuevo sol (en galo: noio, nuevo y hel, sol). La vida y la esperanza renacen. Es una luz en el fondo de nuestras noches y un grito de alegría en medio de la desesperanza porque “noel” es también en la Europa del siglo XVI un “grito del pueblo para saludar un acontecimiento feliz”. En el siglo XV se cantaban los “noeles” o “himnos espirituales en honor a la Natividad de Nuestro Señor”.

Papá Noel anticipa el Padre de todas las natividades, de todas las paternidades, en lenguaje semi-profano y popular metafórico, ilustrado, que nos deja entrever algo del Gran Misterio que nos devela un poco y nos invita a profundizar. No es anticristiano, sino precristiano.

A todos ustedes, mis amigos, les deseo que conserven su corazón de niño, y también que crean conmigo en Papá Noel y en Aquel a quien implícitamente designa, el Padre de la alegría, de la inocencia, de la esperanza, del amor familiar, del perdón, de la generosidad.

Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo 2023.

Jacques Mabit.

1 Aunque Coca Cola en realidad se aprovechó de la figura cristiana anterior de San Nicolás, obispo de Myra (Turquía) y santo Link

2 Cultura de la cancelación (cancel-culture), moda ideológica puritana e intolerante de origen norte-americana que se hace en nombre de una supuesta idea del bien, y consiste en alejar las voces discrepantes, silenciarlas y pasar una factura por supuestos errores del pasado.

3 Link

4 “Silent night, deadly night”, “Rare exports”, “Sint”

5 Link

6 Luigi Zoja (2018) El gesto de Héctor. Prehistoria. Historia y Actualidad de la Figura del Padre, Ed. Taurus. Guy Corneau (1991) Hijos Del Silencio (padre Ausente), Ed. Circe.

Regalo de Navidad

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